Ecotucumano - Asume Trump y que sea lo que Dios quiera
EE. UU.

Asume Trump y que sea lo que Dios quiera

16 de Enero de 2017 | 02:22 hs.  

El presidente electo concita ya una mayoría que desaprueba la forma en que manejó la transición. Pero en la Bolsa se festeja por agenda pro negocios. Por José Siaba Serrate

Donald Trump asume este viernes como el cuadragésimo quinto presidente de los EE.UU. Demasiado tarde para lágrimas, pero muy temprano para saber qué rumbo imprimirá a sus pasos. La promesa es hacer a los EE.UU. grande otra vez. Medio país, en cambio, teme que su faena los haga trizas. ¿Es así? ¿Cara o ceca? Depende de Trump. No tiene ninguna necesidad, a decir verdad, de revolear el destino en una moneda. La herencia de Obama es una economía a punto caramelo, que crecerá con apenas regarla, y no presenta urgencias.

¿Dónde está la alegría? La luna de miel acabó antes de empezar, afirma The National Review. En la última encuesta de Gallup más de la mitad de la población el 51%- desaprueba cómo Trump manejó la transición poselecciones. George Bush Jr. en 2001, el peor antecedente de los tiempos recientes, concitó la mitad del rechazo. Y para qué hablar de entusiasmo: Bush Jr. gozaba entonces de un 61% de adhesión frente al pálido 44% que despierta Trump. Muy lejos de la algarabía que acompañó a Obama ocho años atrás, con el 83%. Que la sociedad está dividida es una razón. Pero el electorado independiente también le baja el pulgar. "Es que Trump no puede dejar de ser Trump", critica The National Review. La Universidad Quinnipiac añade que los votantes le piden que abandone el twitter en una relación de 2 a 1. No es que lo vaya a hacer, el magnate siempre prosperó en la controversia, pero es llamativa la señal de fatiga cuando, en rigor, su gestión aún no comenzó. Y hay que anotar otras dos mochilas que carga sobre sus hombros: se cuestionan su legitimidad de origen -día y noche por los demócratas y su vidriosa relación con la Rusia de Putin. Escribe The Wall Street Journal: "Las vehementes negativas de Trump (de colusión con Moscú y comportamiento corrupto) también significan que si en el futuro se llega a saber que Rusia tiene información comprometedora sobre su persona, su Gobierno podría estar acabado". A diferencia de Richard Nixon, Trump ya tiene su Watergate (y Comisión Investigadora) antes de asumir.

¿Terminó la luna de miel? No es cierto. En los mercados aún se festeja. Y conste que la precariedad de Trump se advirtió esta semana como nunca. La conferencia de prensa fue paupérrima. Lejos de mostrar los puntos fuertes de su agenda, como sería lógico la primera vez que se interroga al presidente entrante, expuso un reguero de escándalos, un inventario gravoso esperable al final de una gestión y no al principio. El paso de sus funcionarios por el Congreso sumó confusión. Contradijeron a su jefe en no menos de diez políticas o afirmaciones formuladas en campaña. La improvisación -la ausencia de un discurso coherente- saltó a la vista. Pero el viernes el Nasdaq clavó su enésimo récord. ¿Es que a los mercados no les importa? Con la agenda pro negocios de Trump les alcanza. Que sea Reagan. Si además se ocupa de no hacer olas, mejor. Todo indica, sin embargo, que los planes son otros. Tampoco pierden el sueño. ¿Qué tan beligerante podrá ser con un equipo descoordinado y en terreno cenagoso? ¿Embestirá a China con un frente interno dividido y proclive a desmembrarse? Trump puede apostar a una ofensiva relámpago, los primeros 100 días, pero si su maniobra se estanca, y los resultados se dilatan, le irá como a Napoleón en Rusia. No perecerá por el hielo, eso sí, lo grillará el ardor de sus enemigos. Los mercados, por lo visto, confían en su instinto de supervivencia. El tiempo dirá. En todo caso, alcemos la copa por el presidente 45 (el vino). Entendamos que está incómodamente rodeado por el 44 (la prisión) y el 46 (los tomates), y comprendamos la óptica de los mercados: no necesita jugarse el mandato a la quiniela. Si agarra para el lado de los tomates, le soltarán la mano. Lo esperan el 47 (el muerto) y el 48 (el muerto que parla) y no será un Reagan, por cierto, sino una tosca réplica de Nixon hecha de apuro.


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