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El “Aborto” produce una profunda herida en el corazón, no física o material, pero muy difícil sanar

09 de Julio de 2018 | 01:54 hs.  

Se celebro la misa por Las Dos Vidas en la Catedral de Concepción, presidio la ceremonia el Obispo Rossi.

Los principales conceptos de Monseñor José María Rossi, en su homilía. 

Mons. José María Rossi: Desde el primer día de vida, desde bien pequeño, de pequeños que somos al comienzo cuántos niños pueden caber en la cabeza de un alfiler. Nosotros miramos con cariño, aprecio y ternura esta vida que comienza y cuando vemos que hay una agresión decimos: no puede ser. 

Nuestros sentimientos cristianos nos dice con tanta claridad ese “no puede ser”, nos encontramos que este sentimiento es el de los cristianos, salvo algunos, además vamos buscando la investigación científica a cerca de la vida y nos damos cuenta de que tenemos razón.

La ciencia nos dice que tenemos razón. Dios tiene razón y no necesita que la ciencia lo avale, pero como muchas veces usamos argumentos sacha científicos para contradecir a Dios, pero la ciencia verdadera le da la razón a Dios.

Muchos sabios dicen y decían, de la ciencia moderna y genética, le dan razón a Dios. Había uno que decía “un poquito de ciencia nos aleja de Dios” pero cuando nosotros descubrimos mucha ciencia ahí nos acercamos a Dios. 

Cuando uno conoce un poquitito se cree que sabe mucho, entonces se infla y dice yo tengo razón. Ahora, cuando uno estudia mas y se da cuenta de cómo son en realidad las cosas, en profundidad, dice “ah, tan poquito que sabíamos, Dios tiene razón”. 

Ahí los cristianos nos encontramos con el pensamiento científico y sacamos las viejas conclusiones: esa pequeñita célula que recién empieza a tener vida propia, es una persona, es un ser humano. No hay como discutirlo.

Los más famosos genetistas del mundo coinciden en esta opinión. Desde el momento mismo de la concepción, es un ser humanos distinto de todos, independiente, con ADN propio, no tiene DNI, pero si tiene ADN, huellas digitales y tendrá todo lo que tiene una persona como yo, esa persona vale lo mismo que yo y como es más pequeño que yo, tenemos que cuidarlo, que acompañarlo, para que se pueda desarrollar y crecer, vivir.
Además, la ciencia nos da la razón en otra cosa: cuando se produce un aborto, hay dos víctimas por lo menos, primero la criatura que no se le ha permitido vivir, y segundo la madre y el padre, porque cuando hablamos de esto nos olvidamos del papá. Se convierten en victima porque la ciencia nos enseña que se produce en su interior, en su vida profunda, en su corazón, una herida no física o material, pero si anímica en la vida interior de la persona, tan profunda y grande que es muy difícil sanar.

Por eso cuando nosotros decimos “las dos vidas” estamos diciendo muchas cosas además de lo evidente. Hay que cuidar a la mamá para cuidar al niño, pero además hay que cuidar a la mamá de una mala decisión suya, porque después es muy difícil sanar esa herida en el corazón.

Saber que tenemos razón es un desafío, nos obliga y nos invita a cambiar algo en nuestras vidas. Desde nuestras tareas, relaciones, manera de hablar, para cuidar la vida. Ninguna mujer decide una cosa tan terrible si no está muy presionada por el ambiente, por el temor, por la vergüenza y muchas veces por personas concretas que fuerzan y destruyen, algunos tenemos que hacer mea culpa ante la reacción en la noticia de un embarazo, en vez de un “uh”, dar un abrazo, una sonrisa.

El desafío como comunidad para nosotros, no es solamente como personas individuales de nuestro compartimiento, sino además como comunidad Iglesia, parroquial, religiosa, institucional, educativa, movimientos, comunidad civil, asociaciones de la sociedad civil, la sociedad organizada políticamente, la ciudad, provincia y nación, tenemos que modificar muchas cosas.





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